Si bien los evangelios son la fuente más antigua en la que consta la Flagelación, la fuente literaria principal en la que están inspiradas las representaciones artísticas de este tema es la obra de las Celestiales Revelaciones de Santa Brígida de Suecia (Finsta, 1303 – Roma, 1373). Estos hechos le fueron revelados en unas visiones que tuvo en su infancia, según cuenta la hagiografía de esta santa. Se trata de una obra de gran importancia para la iconografía cristiana, inspirando el ciclo de Navidad y el de la Pasión.

Santa Brígida relata los hechos en la posición de la Virgen, de tal forma que, según transmite este texto, la madre de Cristo estuvo presente durante el proceso de la Pasión de su Hijo. Siguiendo sus testimonios, Cristo fue flagelado desnudo y atado a una columna.

El Renacimiento español

La primera obra española a resaltar es la tabla central del Retablo de la Flagelación (ca. 1476), obra del Maestro del Retablo de la flagelación, conservada en el Museo de Bellas Artes de Córdoba. La columna a la que está atado Jesús es de fuste alto y de orden dórico. Las vestimentas de los dos sayones que lo azotan son anacrónicas, siendo ropajes de época moderna. La escena sucede en un marco arquitectónico renacentista, donde el artista ejerce la perspectiva lineal.

En La Flagelación pintada por Alejo Fernández entre 1500 y 1505 aparecen múltiples personajes. Cristo es castigado por cuatro sayones, uno de los cuales le tira del pelo. Aparece un soldado que lleva sobre la armadura la túnica de Jesús. Hay además en la zona inferior un ciego en el suelo, que simboliza la ceguera espiritual de los judíos al oponerse a Cristo. Pilato contempla el suceso desde su asiento, en un plano elevado. La escena sucede «en el patio de un palacio parcialmente en ruinas», en un amplio escenario arquitectónico, rasgo proveniente de la pintura italiana renacentista. Tiene reminiscencias del grabado de la Flagelación de Martin Schongauer.

Alejo Fernández representa el mismo asunto en Cristo atado a la columna con San Pedro (ca. 1508). La columna es de orden compuesto y fuste elevado. San Pedro está situado a la derecha y está representado con un tamaño menor que el de Cristo. Los donantes aparecen representados a escala mucho más reducida, indicando así la inferioridad de estos personajes respecto de las figuras sagradas.

También destaca la flagelación pintada por el Maestro de Agreda. Los verdugos aquí representados son de aspecto desagradable, muy alejados de la proporción y la belleza. Son descritos como «seres escuálidos, despeinados, apenas abrigados por unos harapos».

En otra obra, que es la Flagelación de Rodrigo y Francisco de Osona figuran dos verdugos y Pilato. La violencia se hace muy evidente en esta obra, al representar a los sayones agarrando a Cristo del pelo y remangándose el brazo para azotarlo.

La columna es de fuste delg ado y elevado, propio de estas representaciones previas al Barroco. La escena trascurre en un gran marco arquitectónico de gran riqueza, hecho con que se hace patente la modernidad de esta pintura, con algunos rasgos propios del Renacimiento. Las fuentes que inspiraron a los Osona para este cuadro seguramente fueron de procedencia nórdica, concretamente estampas alemanas de Schongauer.

Hay ocasiones en las que San Pedro aparece incluido en este tema de la Pasión. Es el caso del cuadro de Juan de Aragón, en el Museo de Bellas Artes de Granada. Aquí sedistingue la narración evangélica de la negación de Jesús por parte de Pedro34. Aparece una mujer en actitud oratoria.

Otra obra de gran relevancia es Cristo atado a la columna (segundo tercio del siglo XVI) de Juan de Juanes. En este caso Cristo es la única figura representada, ocupando prácticamente todo el espacio y sobre un fondo negro. La columna adquiere gran protagonismo, siendo gruesa y de mármol polícromo. Cristo aparece con la corona de espinas, rasgo inusual en la iconografía de la Flagelación y que es más típico de la del Ecce Homo.

Asimismo, destaca el Cristo atado a la columna de Fray Nicolás Borrás (Cocentaina, 1530 – Cotalba, 1610), conservado en la parroquia de San Nicolás de Valencia. Se trata de una pintura para la cual el artista se inspiró directamente en un dibujo de su maestro Juan de Juanes, en la cual se representaba el martirio de San Sebastián, conservado en la Casa de la Moneda de Madrid. El cuerpo de Cristo en este caso descansa sobre «una gran columna marmórea», en el momento posterior al castigo. La anatomía presenta un canon de proporciones clásico, propio del Renacimiento. En el suelo están «dos flagelos de doble azote», que forman parte del «repertorio de las Arma Christi37».

Entre las obras escultóricas es significativo el Cristo de Torrijos en la provincia de Sevilla, realizada por Pedro Millán entre finales del siglo XV y principios del XVI. En esta representación Jesús aparece con la corona de espinas colocada. Es un hecho llamativo, ya que la imposición de la corona de espinas sucedió después de la flagelación, siguiendo los evangelios canónicos. Este recurso utilizado por el artista puede ponerse en relación con la tradición piadosa medieval en la cual Cristo pudo haber sido coronado de espinas tres veces, creencia que por lo demás contribuía a justificar las múltiples reliquias de este elemento de la Pasión. Además se observa la figura de un gallo, seguramente un añadido del siglo XVII, que simboliza la negación de San Pedro.

Otra escultura significativa es Jesús del Perdón de Diego de Siloe (Burgos, 1490 – Granada, 1563) de la iglesia de San José de Granada. En este caso Cristo está junto a una columna alta, como es propio de la etapa renacentista.

El Barroco

Un cambio radical que experimenta esta iconografía atañe a la columna, un elemento que pasa de ser esbelto a tener una altura reducida y un mayor grosor. Empieza a aparecer de esta manera desde finales del siglo XVI y continúa en el XVII.

La introducción de este elemento, de aspecto cilíndrico semejante a un balaustre o un hito, contribuye a acentuar la emotividad de esta escena de la Pasión, al estar Cristo desprovisto de apoyo y atado solamente por las manos a una argolla.

El motivo por el cual se transformó este elemento de la Flagelación no tiene que ver con la estética. No debe atribuirse este cambio a los rasgos propios del arte barroco -como la preferencia por los cuerpos masivos o la profusión ornamental-, sino a la historia de las reliquias.

Así, esta representación de una columna de menor altura hace referencia a la que se conserva en la iglesia de Santa Práxedes, en Roma. La columna situada en este templo es considerada como la auténtica en la cual Cristo fue azotado. Esta reliquia fue trasladada a Roma en 1223 por el cardenal Colonna desde Jerusalén. Además de su porte bajo, se caracteriza por su estilo dórico y estar realizada en mármol negro con betas blancas.

La consideración de la columna baja de Santa Práxedes como la verdadera reliquia era una cuestión problemática, porque contradecía el testimonio de San Jerónimo, quien vio en Jerusalén la columna de la Flagelación sustentando un pórtico. Esta columna, conservada en el Sepulcro de Jerusalén se distingue por su fuste largo y por estar hecha en pórfido.

La controversia en torno a la autenticidad de estas reliquias fue resuelta gracias a la explicación de cierto texto piadoso según el cual en Jerusalén existían dos columnas de la Flagelación. Así, la columna de mayor altura formaba parte del pórtico del templo y en ella fue atado Jesús durante la noche de su Pasión, cuando sufrió el escarnio en casa de Caifás. La columna de menor altura se ubicaba en el pretorio y en ella fue mandado azotar por orden de Pilatos. Asimismo, este texto está acompañado por una imagen en la que se representa la columna de Santa Práxedes. Los escritos de los cardenales son fuentes fundamentales que influyeron a la hora de representar de determinada manera los temas religiosos. Es el caso del historiador y cardenal italiano César Baronio, quien en sus Annales Ecclesiastici (1588) refiere la descripción de San Jerónimo acerca de la columna: «Se mostraba allí la columna que sostiene el pórtico del Templo, impregnada de la sangre del Señor, a la que fue atado y, según se afirma, flagelado».

TFG . “La iconografía de la Flagelación”
Marta Cobaleda Pérez