Prefacio.
Desde el año 2005, fecha en la que se crea la primera Banda de Cornetas y Tambores de Ntro. P. Jesús de la Flagelación, a J. Pedro Pomares, quién más tarde estuvo al frente de la formación musical, la curiosidad e inquietud le llevó a elaborar un trabajo de investigación y recopilación sobre los orígenes de la música en las procesiones. De aquella idea surgieron dos conferencias en el año 2012 bajo el título “Historia y Evolución de la Música Cofrade” que se ofrecieron en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y en la P. Castrense de la Inmaculada Concepción, con la actuación en directo de la formación de “Batería J”.

Era tal la necesidad de que en Melilla se entendiera la música procesional y su buena praxis en los cortejos procesionales, que de aquellas conferencias surgió el programa radiofónico “La Trasera” que se emitió en Onda Cero Melilla. Pomares entendía que para elaborar un programa atractivo para la audiencia, no sólo se debían abordar aspectos históricos, así pues, varias secciones dentro del guion destacaban aspectos curiosos y anecdóticos. Del primer y único programa dedicado a la música cofrade en Melilla, hemos conseguido trascribir los guiones de la primera temporada para elaborar este reportaje especial.
Es necesario destacar y recordar, la gran repercusión que el programa tuvo en las formaciones musicales de la ciudad, llegando incluso hasta el seno de alguna cofradía, que fue capaz de incorporar a sus Estaciones de Penitencia un grupo de Música de Capilla tras entender las explicaciones que ofrecía el programa:
Inicio
El concepto de Marcha Procesional tal y como lo entendemos es relativamente reciente, de finales el siglo XIX. Hasta su aparición, las composiciones que se interpretaban tras las procesiones, aparte de la “música de capilla” a la que haremos referencia de inmediato, eran instrumentaciones para bandas de música de obras del género clásico y con carácter fúnebre. Por citar algunos ejemplos: “Marcha Fúnebre” (Chopin 1837), “Juana de Arco” (Gounod 1873). Una obra que era bastante asidua y que hoy ya no se escucha es “El Ocaso de los Dioses” (Wagner 1876), que fue adaptada por el músico militar Mariano San Miguel o la adaptación instrumentada por Manuel Font Fernández de la Herranz en 1899 de la ópera “Ione” (Enrico Petrella 1958).
Música de Capilla
Hacíamos referencia al comienzo, a un estilo musical que aún perdura en la Semana Santa: La Música de Capilla. El término “capilla” proviene del italiano “A CAPELLA” es decir, de género vocal y sin acompañamiento. Ya en el renacimiento se empieza a componer pequeñas piezas de carácter religioso para una misma voz y sin acompañamiento musical que se llaman Motetes.
Los primeros instrumentos empleados, chirimías y sacabuches, dieron paso en el siglo XVIII a un cambio en la instrumentación, utilizándose violines flautas oboes y trompas. En esta misma época aparece la primera obra exclusiva en este género para el acompañamiento procesional “Saetas del Silencio” atribuidas a Francisco de Paula Solís en el siglo XVIII, una composición de ocho piezas para dos oboes y fagote y dedicada a la Hermandad del Silencio de Sevilla.
Dentro de la música procesional, “la capilla” acompaña a cofradías y hermandades que por su austeridad y recogimiento procesionan en silencio; como podemos apreciar, es una música religiosa y fúnebre, que da a los actos y a los desfiles un carácter austero.
"Ningún instrumento, incluida la voz, está concebido para ser tocado andando"
La música cofrade se asienta en Andalucía durante la segunda mitad del siglo XIX gracias al contacto de las cofradías y hermandades con las bandas militares. Indicábamos antes que la Marcha Fúnebre predominó en esta época, pero es necesario señalar que ante la escasez de repertorio, las agrupaciones tuvieron que adaptarlas a plantilla para banda. Ante este hecho se empieza a componer obras bajo la denominación de Marchas Procesionales. Cabe señalar a estas alturas, que la marcha procesional surgió por necesidades funcionales y no artísticas. El origen de la forma musical marcha está asociada a la vida militar y hay que buscarlo en la intención de producir música para conseguir que un grupo de personas marchen de manera acompasada.
Hasta hace relativamente poco, se pensó que las primeras marchas procesionales existentes en Andalucía, se habían compuesto en Sevilla, “Quinta Angustia” de Font Marimont y “La Coronación de Espinas” obra de Lerdo de Tejada. Sin embargo la primera marcha procesional de la que se tiene constancia documental es la “Marcha Fúnebre” de Rafael Cebreros de la que existe una copia de la partitura para piano en la Biblioteca Nacional de Madrid y en la que aparece el siguiente texto:
“Esta marcha está escrita expresamente para la Semana Santa de Sevilla y se ejecuta todos los años por las bandas militares que acompañan a las cofradías de dicha capital. En Madrid: Antonio Romero 1874”
“Un Recuerdo” obra de Eduardo Lucena y fechada en 1883 aparenta ser la primera marcha procesional compuesta en Córdoba. En la portada de la partitura puede leerse la siguiente dedicatoria:
“Al Excelentísimo ayuntamiento, Marcha fúnebre “Un Recuerdo” escrita expresamente para la procesión oficial del Viernes Santo del año 1883”
Desde Cádiz se conoce una composición de Eduardo López Juarranz llamada “Piedad” y dedicada en el año 1876 al titular de la cofradía homónima.
Durante esta segunda mitad del siglo XIX, es la provincia de Cádiz la que más rico patrimonio posee en cuanto a marchas, autores y bandas. Cabe destacar la influencia que ejercían en San Fernando las agrupaciones militares y que según el Consejo de Cofradías isleño, datan de finales del siglo.
De todos los aportes musicales a la Semana Santa de esta época, aún se conservan marchas que se siguen interpretando, quedando fijadas en la memoria colectiva como grandes de la Semana de Pasión, tal es el caso de las anteriormente citadas “Quinta Angustia” de José Font Marimont, “La Coronación de Espinas” de Lerdo de Tejada o “El Señor de la Pasión” de Ramón González, y como no “Virgen del Valle” de Vicente Gómez Zarzuela.
De principios del siglo XX concretamente en 1918, desde Málaga ofrece un importantísimo aporte a la música procesional la conocida como “Madre y Maestra”, la Banda del Real Cuerpo de Bomberos. La pieza clave que sustentó el repertorio de dicha banda, y que poco más tarde sería trasladada a Sevilla y su consiguiente evolución para las bandas de Cornetas y Tambores, sería la marcha “Cristo del Amor” de Alberto Escámez, “Solea”, “Ntra. Sra. De Consolación y Lágrimas”, “Virgen de La Paloma”, etc. son marchas que aún se conservan y consideradas popularmente como clásicas.
Al detalle.
Los Armaos de la Macarena. La Centuria Romana, esencia de las formaciones de Cornetas y Tambores.
A mediados del siglo XVII (1653- 1657) surge la primitiva escolta de “armaos” en el seno de la hermandad de Ntra. Señora de la Esperanza; en aquellos tiempos pretéritos iban ataviados a la milanesa y con armas alquiladas a los almacenes concejiles de Triana y la Alhóndiga. .
En torno a 1864-1868 surgen intentos de restauración pues existía una añoranza general del lucido acompañamiento que prestaban al cortejo de la Sentencia de Cristo. Sin embargo, por problemática interna se procedió a la destitución de la Centuria en cabildo general de 1880. Pocos años más tarde, se toma la decisión por parte de varios hermanos de la cofradía de constituir una formación de armaos exclusiva para la misma. Fue al poco tiempo cuando en la banda de cornetas recién formada centuria entró el maestro Enrique Senra.
El año 1915 sería decisivo para el futuro de esta entidad la ayuda recibida para su reorganización por parte del torero Joselito “ El Gallo”, este año se procedió a la renovación del uniforme según el diseño de Rodríguez Ojeda.
Durante la vigencia de Ruiz Navas pasaron por la banda músicos que posteriormente se convertirían en maestros tales como Diego Romero, Patón o Dominguez Gaona.
La Banda de la Centuria intervenía entonces en otras hermandades como La O, Exaltación de Santa Catalina, Buen Fin, la Sagrada Cena de Omnium Sanctorum, en San Benito y en Los Panaderos. Fuera de Semana Santa actuaban en la cabalgata de Reyes del Ateneo. A día de hoy los armaos continúan visitando el hospital de Sevilla en especial a los niños que se encuentran allí ingresados.
El repertorio de marcha era muy exiguo y derivaban de cuerpos militares. Así pues se interpretaba “Aida”, “La Reina” que eran una adaptación del Punto de Marcha de Artillería, “ La Corte del Faraón”, etc.
COMPOSITORES
La saga Font
La ciudad de Sevilla ya había sido testigo del atino y buen hacer de la saga de “Los Palatín”, pero cuando un militar catalán, de nombre José Font Marimont, se plantó en las entrañas mismas del corazón musical hispalense con su banda de música del Soria 9, pocos podrían pensar que de él germinaría una dinastía con la que la marcha procesional sevillana escribiría verdaderas páginas de oro, algunas de las cuales hoy relucen por las calles, mientras que otras aguantan a duras penas el envite de la desidia. Eso sí, las unas y las otras, con sus partituras, aparecen revestidas por el encanto del color sepia y olor a papel viejo.
La historia de los Font se abre, como no podía ser de otra forma, con la acepción consolidada de “marcha fúnebre” y la proyección del patriarca, José Font Marimont. fueron dos: la primera dedicada a la carretería, en 1887, hoy perdida aunque se dice que se encuentra en poder de un antiguo director de la cruz roja, al que el autor entrego en mano y que nunca revelo cual era el nombre de esta persona, y otra, en 1895, a la quinta angustia, rebautizada posteriormente como “quinta angustia”. Ambas encorsetadas en la idea de marcha para banda militar.
Los Font, componen marchas procesionales con claros guiños sinfónicos, en las que no resulta raro ver un poema religioso como base de la obra musical escrita. Es lo que se puede denominar “poema sinfónico en forma de marchas fúnebres, invitan al recogimiento y la reflexión, a melodías, tristes, despertadas por turbas romanas con soniquetes de trompetas y, en definitiva, compás a compás, subrayan el valor dramático de lo que están ilustrando y escenificando a través del lenguaje musical: la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Vacío se quedaría el corpus de marchas procesionales si ignorásemos, alguna vez, la obra de estos prolíficos compositores, tan vacío que nada hubiera sido igual. Ese alumbramiento del sinfonismo es un reflejo más de la arrolladora personalidad con la que contaban, personalidad fuerte que aparece hasta en el mismo apellido, Font. Desde una música fúnebre para la carretería en los inicios, hasta otra llamada “expiración” como cierre de todo el proceso. Metafórico nombre, el de “expiración”, para ser la última marcha procesional del horno fontiniano. No pudo haber mejor final que éste.
Las diferencias entre bandas.
Es normal se den confusiones o ideas equívocas sobre las formaciones musicales e incluso sobre las composiciones, sobre todo en Melilla, donde la Semana Santa es tan joven en esta nueva etapa. pensemos que vivimos una Semana Santa que resurgió por los años 80. Este es el motivo principal por el que hoy, dedicamos este capítulo a diferenciar musicalmente las distintas formaciones musicales.
Banda de Música conocidas popularmente como “Bandas de Palio”.
La Banda de Música es la modalidad más impórtate por el número de composiciones existentes, están formadas por instrumentos de viento madera, viento metal, y percusión. Hemos destacado para poder entender mejor esta modalidad la Banda de Música de Oliva de Salteras interpretando detrás de un palio la marcha Rocío de M. Vidriet compuesta en 1928 y dedicada a la Virgen del Rocío patrona de Almonte.
Sobre la marcha Rocío (Vidriet) podríamos entablar un debate muy interesante ya que muchos y afamados directores actuales hablan de la posibilidad de un plagio por parte de Vidriet de una canción mexicana “Peregrina”.
Cornetas y Tambores
Las Bandas de Cornetas y Tambores deben su origen a las bandas militares, y deben su auge al compositor Alberto Escámez y a la Banda del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga, pionera en Andalucía en este estilo y cuya primera salida procesional se produjo en la Semana Santa de 1920. El estilo musical de estas formaciones es de reducida armonía debido a su instrumentación única de cornetas, aunque con el paso del tiempo y en nuestros días, la denominación de Cornetas y Tambores sea poco exacta, pues la mayoría de bandas de este estilo, incorporan ya trompetas y fliscornos, aunque con poca funcionalidad en sus obras.
Agrupación Musical
En cuanto a las Agrupaciones Musicales debemos citar a la Banda precursora en este estilo, que fue la Banda de la 2ª Comandancia Móvil de la Guardia Civil de Eritaña (Sevilla), fue originalmente banda de Cornetas y Tambores y se reorganizó en 1960 como agrupación musical. Estas formaciones incorporan en su instrumentación trompetas, trombones, fliscornos, bombardinos, tubas, cornetas, cajas, tambores, bombos y platos.
Compositores
Manuel López Farfán
La mayoría de composiciones que hoy en día se tocan tras los pasos de palio poco tienen que ver (salvo excepciones) con aquellas marchas de finales del siglo XIX y principios del XX, gracias a otro músico militar llamado Manuel López Farfán, que en 1925 revolucionaría en Sevilla el concepto de la marcha de procesión con la archiconocida “Estrella Sublime“. Farfán ya había compuesto marchas desde los inicios del XX, todas ellas de gran categoría y lentas/fúnebres como era la costumbre de aquella época. Así destacan las piezas “Spes Nostra” (1904) dedicada a la Esperanza Macarena o “El Refugio de María” (1923) dedicada a la hermandad de San Bernardo. En 1919 accedería a la dirección de la banda militar del Soria 9 donde ejercería durante una década.
Lo ideal es que conozcamos un poco su biografía, para entender de alguna manera el estilo de las marchas “lopezfarfianas”.
Biografía: Manuel López Farfán nace en Sevilla, en el popular barrio de San Bernardo, en 1872. Ya desde muy joven pertenece a distintos regimientos, llegando a participar en las guerras de Melilla y Cuba. La primera marcha compuesta por López Farfán no está dedicada, curiosamente, a ninguna imagen, sino a Leonor Navarro, madre de su maestro de música. Se titula “En mi amargura” y está firmada en Córdoba en 1896. Sin embargo, procedió a cambiar su título por el de “El Cristo de la Exaltación” en 1906.
En 1899 compone “Esperanza”, una dulce marcha inspirada en la Esperanza Macarena, aunque oficialmente no está dedicada. Es de esquema simple, bellas melodías y conseguidos contrapuntos.
Análisis del género durante la ausencia de Farfán: Con respecto al resto de las marchas compuestas en este período, todas tienen el estilo clásico y austero que se ha ido conservando hasta la fecha: de esta forma nos encontramos con la adaptación de varios números del Miserere de Eslava por parte de Font Fernández en 1913, “Soleá, dame la mano” (1918) y “Amarguras” (1919) de Manuel Font de Anta, entre las más conocidas. Cabe indicar que “Soleá dame la mano” incluye unos apuntes con cornetas, por lo que no era algo desconocido cuando Farfán decidió hacer uso de ellas.
El Regreso de López Farfán: En 1919 vuelve Farfán a Sevilla, concretamente al Regimiento de Soria nº 9. La primera marcha compuesta tras su llegada es “La Cruz de arriba” (1920), cuya partitura se encuentra en paradero desconocido. En 1921 ve la luz “La Victoria de María” y “El Refugio de María”, esta última marcha con un trío muy emotivo en el que la percusión toma un especial protagonismo. Incluso se cuenta que Farfán llegó a llorar de emoción cuando la estaba componiendo.
López Farfán rompe con el estilo lento y fúnebre e impone una forma de marcha de procesión dinámica, rítmica, vibrante que hiciera que el paso de palio se moviera al compás de la marcha y “cobrase vida”. Es el artífice de que éstas tengan fragmentos que se interpreten con cornetas lo que les confiere una gran brillantez. Una año antes de estrenar “Estrella Sublime” ya había compuesto “Pasan los Campanilleros“. Se trata ésta de una de las marchas que más se interpretan durante la Semana Santa y aunque carece de partes con cornetas, ya tiene un carácter triunfal y alegre que deja aparcado definitivamente el estilo fúnebre.
“Pasan los Campanilleros”.
1924 puede considerarse un año crucial. El Domingo de Ramos, 13 de abril, se produjo un acontecimiento sin precedentes tras el paso de palio de la Virgen del Socorro. Farfán, al frente de Soria 9 estrena en la calle Sierpes “Pasan los campanilleros” (dedicada a la Hermandad de las Siete Palabras), con acompañamiento de voces. Fue una ruptura con todo el estilo anterior, por el ritmo de la composición y por incluir algo tan poco común en una marcha como lo es una parte cantada. Sin embargo, a pesar de ser una innovación tan llamativa y además en una cofradía tan rigurosa, el éxito fue sonado, pues la marcha se volvió a interpretar varias veces más durante la estación de penitencia. Incluso, una vez dentro de su templo la cofradía, la banda interpretó una vez más la marcha ante la insistencia del público.
La letra de la marcha es obra de su ahijado Raimundo Hernández, basándose en una popular letra de un coro de campanilleros de Castilleja de la Cuesta.
Farfán no solo incluye la novedad de las cornetas, también es precursor de la “saetilla” que se puede escuchar en algunas composiciones en su parte final. Esta novedad la aplica por primera vez en otra genial composición, “La Esperanza de Triana” (1925), que también incluye cornetas.
Estamos quizás ante la figura más importante del género, debido al cambio en los esquemas que introdujo, que ha perdurado hasta nuestros días. A partir de entonces, todos los grandes compositores de marchas procesionales seguirán las pautas del llamado “Genio de San Bernardo” aunque las marchas de corte fúnebre no se olviden por completo y haya obras clásicas y de categoría compuestas a posteriori de la irrupción de Manuel López Farfán.
El alejamiento de las bandas militares en Sevilla
Resulta curioso reseñar que al hablar de bandas de música y marchas procesionales, es obligatorio referirse a un período de seis años, durante los cuales las bandas militares permanecieron alejadas de los desfiles procesionales. Este acontecimiento, viene precedido de dos incidentes en la Semana Santa de 1978 en Sevilla implicando a músicos militares.
En la salida de la Famosa Hermandad de la Macarena un individuo con síntomas de intoxicación etílica zarandeó al brigada Luis Fernández Gallardo, responsable de la parte de cornetas y tambores de la Banda de Música Soria 9, y por otra parte en un punto de paso de ese trayecto tan famoso, denominado carrera oficial, un miembro de la Banda de Aviación protagonizó otro incidente de similares características.
A los hechos, Pedro Morales director de Soria 9 cursó el informe correspondiente al capitán general de la región sur Pedro Merry. Se publico entonces un comunicado aconsejando a las bandas de música militares que no acudieran a los desfiles procesionales. Ya se sabe pues que en el ejército, aconsejar es ordenar.
Al año siguiente las hermandades afectadas contrataron bandas de menor nivel, desluciendo así las salidas procesionales. Este fue el principal motivo, para que las hermandades afectadas acudieran al capitán Pedro Morales solicitándole que pudieran procesionar las bandas militares con ropa de paisano, fue en 1980 cuando las peticiones encontraron vía libre.
A partir de 1980 volvió Soria 9 con el nombre de María Inmaculada, a los desfiles procesionales.
La discusión: “Rocío” de Vidriet) y “Peregrina” de Jorge Negrete
La Marcha Rocío
Como indicábamos con anterioridad, Vidriét compuso la marcha Rocío dedicada a la Virgen del Rocío patrona de Almonte, según los datos, que no son nada claros, todo parece estar fechada en el año 1923. Esta composición provoca uno de los temas más debatidos en cuanto a composiciones musicales para Semana Santa se refiere. Se habla de plagio de Vidriet a la canción compuesta por Ricardo Palmerín llamada “Peregrina”. No obstante, los analistas van mas allá, indicando incluso que el solo de flautín que aparece en la obra de Vidriet es también copiado o basado en la obra de Joaquín Turina llamada “Procesión del Rocío” y fechada en 1919.
La canción Peregrina (Ricardo Palmerín y Luis Rosado)
La canción Peregrina fue escrita por encargo del gobernador de Yucatán, como un regalo a su amante, antes del 3 de marzo de 1924, fecha en la que éste muriera fusilado. Vale la pena aclarar, que ya era una canción popular en el sur de México cuando Jorge Negrete la interpretó.
Peregrina, mujer que inspiró esta canción, era conocida como Alma Reed (Alma Marie Sulivan Reed, 1889-1966),
Fue una periodista estadounidense, escribía en los años 20 una columna en el periódico de San Francisco donde respondía a la gente que buscaba asesoría legal y no podía pagar los servicios de un abogado, y la mayoría de estas personas eran los mexicanos más necesitados que vivían en California. Alma Reed siempre concentró sus esfuerzos en los más desfavorecidos y oprimidos. Escribiendo una serie de artículos ayudó a cambiar las leyes de la pena de muerte y salvó con ello la vida de un muchacho mexicano de 17 años, acusado de asesinato.
La historia llegó a la prensa mexicana y el entonces presidente Alvaro Obregón la invitó a visitar México. Durante su estancia en este país y conociendo como turista varios lugares, Alma llegó hasta Yucatán donde conoció al gobernador de entonces Felipe Carrillo Puerto (1872-1924). Carrillo viajó con ella por toda la península de Yucatán, señalándole los sitios de interés histórico. Ambos terminaron por enamorarse profundamente.
Carrillo Puerto les encargó al poeta Luis Rosado Vega y al compositor Ricardo Palmerín una canción dedicada a Alma e inspirada en el amor de ellos. Así nació la canción “Peregrina”.
Compositores:
Ricardo Dorado Janeiro
Ricardo Dorado, es sin duda alguna uno de los grandes autores del género de la marcha de procesión, por más que algunas de sus múltiples composiciones sean poco interpretadas frente a la omnipresencia de la que sin duda es su marcha más conocida e importante: “Mater Mea”. Este músico gallego, nacido en La Coruña el 7 de febrero de 1907, formó parte del prestigioso Cuerpo de Directores Militares en unos años en que esto era suficiente garantía de una adecuada formación musical.
Sus estudios los inicia en su ciudad natal, para pasar posteriormente al Regimiento de Infantería “Zamora” nº8, con sede en Madrid. Ya instalado en esta ciudad, continúa en ella sus estudios, entre otros con músicos del prestigio de Joaquín Turina o Manuel de Falla ( COMPOSITOR DEL AMOR BRUJO, EL SOMBRERO DE TRES PICOS ). Su siguiente destino, también en Madrid, será el Regimiento de Infantería nº1, “Inmemorial del Rey”. Luego pasaría a ser Director de la Banda de Música Militar de Suboficiales, puesto que compaginaría con la enseñanza, en la que numerosos músicos y directores reconocen el papel desempeñado en su formación. Entre otros discípulos destacar por su vinculación con la música procesional al músico cartagenero Gregorio García Segura.
Como compositor, encontraremos en primer lugar obras para el Ejército: Es autor de la música del “Himno del Ejército del Aire”, con letra de José María Pemán. De igual modo suyas son las marchas “San Marcial”, “San Quintín”, “Regimiento Inmemorial”, “Proa a la Mar” y “La Legión del Aire”, más conocida como “Los Paracaidistas”.
En la Música Procesional, es autor, entre otras, de “Cordero de Dios”, “Altare Dei”, “Getsemaní”, “Hossanna” o “Dominus Tecum” y se le atribuye la autoría de “Corpus Christi” , En “Mater Mea“, crea un arquetipo admirable de marcha procesional fúnebre: La inspiración de sus temas, la maestría en la armonización y la economía de los elementos utilizados, sabiamente, eso sí, por su autor, hacen de “Mater Mea” una página imprescindible para el repertorio de cualquier banda de música que se precie.
A diferencia de otros autores que tenían la costumbre de dedicar sus marchas a una imagen o cofradía concretas, Dorado las compuso todas con carácter general, con la única excepción conocida de ‘Getsemaní’, que dedicó al fallecimiento de su esposa. Como no podía ser menos, instrumentó alguna marcha de otros autores. Es el caso de “Soledad Moreno”, de Antonio García del Río Segura. También tiene en su haber dos composiciones nacidas a partir de piezas clásicas: la “Marcha Fúnebre de Sors” que es adaptación de la marcha que compusiera Fernando Sors en 1825 a la muerte del Zar Alejandro I; y la “Marcha Fúnebre de Thalberg” adaptación de la que compusiera Sigismond Thalberg. En otros géneros también se adentró con éxito a nivel compositivo. Buena muestra de ello serían sus pasodobles, como “Lucerito de Triana” y “Fiesta en Sevilla“. A los ochenta y un años, Ricardo Dorado Janeiro fallece en Madrid el 28 de octubre de 1988.
Macarenismo Musical. La explosión de las marchas Macarenas.
El indiscutible carácter universal de la Hermandad de la Esperanza Macarena de Sevilla, la influencia que ejerce y las pautas y modas que impone son temas indiscutibles. El apartado musical no podía ser por lo tanto una excepción. Si el punto de partida en la estética lo puso Rodríguez Ojeda a principios del siglo pasado, en la marcha procesional fue Pedro Gámez Laserna con su marcha “Pasa la Virgen Macarena” a finales de los cincuenta concretamente en el año 1959. Las marchas macarenas, muy brillantes en su mayoría y de carácter triunfal y dinámico se exportaron muy fácilmente por Andalucía y el hecho de que además Soria 9 fuera quien las interpretase les daban aún un mayor caché.
La obra: Pasa la Virgen Macarena.
Fechada en 1959, comienza con una introducción con cornetas fácilmente identificable que podría seguir la melodía “pa-sa-la-ma-ca-re-na” y con un primer tema que trata de expresar la alegría que se produce al llegar el palio de la Macarena a la Campana sevillana. El trío de la marcha es irrepetible. El autor intenta describir los rezos a la Virgen. Puede considerarse el mejor trío que se haya compuesto para una marcha procesional. La marcha de Laserna se estrenó tras el paso de la Esperanza Macarena. Es una obra que rompe con lo que hasta entonces había compuesto Gámez, ya que se trata de una marcha con cornetas y tambores, quizás la más efectista de las que se hayan creado en la historia.
Las marchas de Gámez Laserna están fantásticamente instrumentadas a la vez que no son muy asequibles de interpretar por cualquier banda de música. Esto hace que gran parte de su obra no se escuche en Semana Santa. No obstante, ha sido la banda de la Oliva de Salteras, quien en esta última década ha recopilado casi toda su obra en sus compactos de Semana Santa.
En 1967 dejó la dirección de Soria 9 a su alumno y amigo Pedro Morales. No por ello dejó de componer. En 1972 dedica al Consejo de Cofradías hispalense la elegantísima “Sevilla Cofradiera“.
En 1987, Pedro Gámez fallece en Sevilla. Gran cantidad de personas presenciaron en la Básilica de la Macarena el traslado de su cadáver a los sones de “Pasa la Virgen Macarena” que interpretaba la banda de Soria 9, entonces bajo la dirección de Abel Moreno.
Como no todo queda en Sevilla, y si nos referimos a la Hermandad de la Macarena, tenemos que hacer alusión a su devoción universal. Podemos encontrar hermandades de la Macarena en:
Mexico, Filipinas, Perú, Australia, Pensilvania (EE.UU.), Colombia, Uruguay, etc.
Tanto es así que hasta músicos y compositores que nada tiene que ver con la Semana Santa, han compuesto o interpretado obras dedicadas a La Esperanza Macarena, valga de ejemplo este pasodoble compuesto por Bernardino Bautista Monteverde y Antonio Ortiz Calero.
La música, patrimonio artístico de las hermandades.
La Semana Santa es quizá la celebración cultural y religiosa más importante de nuestra tierra. Amén del indudable contenido sacro y litúrgico de la misma, nuestra Semana Santa se enriquece gracias a un amplio bagaje artístico que engrandece el patrimonio de las hermandades: las imágenes devocionales, de gran valía artística; la talla de nuestros pasos y tronos; la orfebrería de varales y candelería; los bordados de túnicas, palios y mantos; incluso la disposición de las flores en las salidas procesionales o los montajes de besamanos y besapiés, trabajos en los que la priostía demuestra su saber hacer y su arte “por los cuatro costados”. Todos estos son elementos incuestionables y muy valorados del patrimonio artístico de todas las hermandades y cofradías.
Pero… ¿y la música? ¿Son conscientes las hermandades del riquísimo patrimonio musical que atesoran? ¿Es la música la “hermana menor” del patrimonio artístico cofradiero? Desgraciadamente, muchas hermandades “utilizan” las partituras de modo accesorio, puramente incidental; esto es, para alimentar el entusiasta ánimo de costaleros, capataces y de un pueblo espectador de una “performance” callejera plena de aplausos, vítores y lágrimas de emoción fácil, favoreciendo en ocasiones la interpretación de marchas de dudosa calidad. Pero una marcha procesional también engrandece los cultos externos de nuestras hermandades: sirven de acompañamiento a las imágenes de nuestra devoción, y ellas, representantes de nuestras creencias, merecen ser acompañadas por sones de calidad. ¿Qué sería de la Semana Santa sin Juan Manuel Rodríguez Ojeda? ¿Qué sería de ella sin Cayetano González o Manuel de los Ríos? ¿Qué, sin Juan de Mesa o Juan de Astorga? ¿Qué, en fin, sería de nuestra principal celebración sin Manuel López Farfán, Manuel Borrego o las “piedras” angulares de la música los maestros Braña, Gámez y Morales?
Frente a la reciente proliferación de marchas procesionales que adolecen de una evidente falta de calidad, sobresalen nombres tan indispensables como el siempre grandioso Pedro Morales, el cada vez más reconocido José de la Vega o la savia nueva de Manuel Marvizón, entre otros. Actualmente existe una corriente que lucha por darle el lugar que se merece a la música procesional: directores como José Manuel Bernal o Francisco Javier Gutiérrez; bandas de música como la de “Santa Ana” de Dos Hermanas o “Julián Cerdán” de Sanlúcar de Barrameda; incluso páginas web como http://www.patrimoniomusical.com y numerosos amantes anónimos de la música procesional (verdaderos “sibaritas” del género) que realizan un esfuerzo ímprobo por dar a conocer y difundir el patrimonio artístico musical de las hermandades.
Es intolerable que joyas musicales como “Salus Infirmorum” no suenen tras la Dolorosa de San Gonzalo debido a la desidia de la junta de gobierno; igual ocurre con “Nuestra Señora de la Encarnación” de Braña en San Benito o “Nuestra Señora del Socorro” de Gámez en El Amor.
Aprendamos a valorar la música de calidad. Joyas ocultas en un baúl durante años esperan a ser rescatadas para engrandecer el patrimonio de las cofradías. Muchas de ellas ya están montadas por las bandas e incluso grabadas. Sólo falta que el pueblo, empezando por las juntas de gobierno y pasando por capataces y costaleros, comience a apreciar la música como parte importantísima del patrimonio artístico de las hermandades. Ardua labor.
J. Pedro Pomares.
Guiones de “La Trasera” en Onda Cero Melilla. Año 2013
Bibliografía:
“La Forma Marcha”. Fco. Javier Gutiérrez Juan. Editorial abec.
“Pentagrama de Pasión”. José Ramón Muñoz Berros. Editorial Jabalcuz.
“Un siglo de Música Procesional en Sevilla y Andalucía”. Manuel Carmona Rodríguez.
“De bandas y repertorios”. José Manuel Castroviejo. Editorial Samarcanda.